WASHINGTON.- Fue un homenaje y un pase de testigo. Frente al féretro de Edward "Ted" Kennedy, el presidente Barack Obama hizo una conmovedora alabanza del senador que le dio el espaldarazo decisivo para la presidencia y lo describió como "el alma del Partido Demócrata".

Muchos apuntaban aquí que, tras las palabras y las evocaciones, se asistía a una consolidación de Obama como líder del partido, en el que, en los seis meses que lleva en la Casa Blanca, ha debido sortear numerosas críticas internas.

De luto riguroso y convertido en el único orador que no era miembro del clan familiar, Obama recordó a Kennedy, fallecido a los 77 años de cáncer cerebral, como "el más grande legislador de nuestros tiempos". En la ceremonia fúnebre participaron tres ex presidentes, Jimmy Carter, Bill Clinton y George W. Bush, que llegaron a la iglesia católica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Boston, para despedirlo. La misa contó con la actuación del tenor madrileño Plácido Domingo y el violonchelista estadounidense Yo-Yo Ma.

En un discurso de 15 minutos ante más de mil invitados, Obama alabó la obra y figura de Kennedy, al afirmar que el hilo conductor de su obra legislativa durante 47 años en el Senado fue la defensa de los marginados.

"Lo conocí como un colega, un mentor y, sobre todo, como un amigo", dijo Obama. Kennedy "fue producto de una era en la que el gozo y la nobleza de la política impidieron que las diferencias de partido y filosofía fueran barreras a la cooperación y el respeto mutuo, un tiempo en que los adversarios aún se veían como patriotas", añadió el presidente.

Obama sostuvo que el senador se hizo sensible al dolor ajeno: desde un niño enfermo que no contaba con atención médica hasta una mujer privada de sus derechos por su apariencia o procedencia.

"La tarea en esta vida de Ted Kennedy no fue defender a los acaudalados o a los poderosos, ni las conexiones especiales. Fue dar voz a los que no eran escuchados", dijo Obama.

Antes de Obama, evocaron al extinto su hija, Kara, su hijastra, Caroline Raclin, varios sobrinos y sus hijos Ted y Patrick. Llevado por miembros de las fuerzas armadas, el féretro fue recibido con música solemne e incienso en la capilla, a la que se pudo acceder sólo con invitación.

Tras la muerte de Kennedy, el martes, se dispuso tres días de luto nacional, con banderas a media asta por todo el territorio, y tanto demócratas como republicanos lo honraron como uno de los mejores legisladores de su tiempo.

Terminada la ceremonia en Boston, el ataúd fue trasladado al cementerio de Arlington, cerca de Washington, donde fue sepultado cerca de los sus dos hermanos: John Fitzgerald, asesinado en plena presidencia, y Robert, víctima de idéntico final.

En 1980, Ted Kennedy vio frustrada su aspiración presidencial al ser derrotado en las primarias partidarias por Carter. Ahora, con su muerte, el otrora poderoso clan familiar carece de un heredero capaz de asumir su legado político. Por eso muchos miran a Obama como el único capaz de llenar ese espacio. Douglas Brinkley, historiador de la Universidad Rice (Texas), considera que "cuando Ted Kennedy apoyó a Obama [en su camino a la presidencia] le transfirió, también, la antorcha del legado" familiar.

El enorme debate social que ha provocado la reforma sanitaria impulsada por Barack Obama parece haber convencido al presidente de olvidar la que se consideraba su propuesta principal: la creación de un servicio público de salud.

La secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, apareció el domingo en tres entrevistas televisadas y en todas ellas lanzó el mismo mensaje. El seguro público «no es el elemento esencial» del plan que promueve el presidente, dijo Sebelius. Y avanzó que una alternativa podría ser la creación de cooperativas de salud. Esa es precisamente la propuesta de algunos de los legisladores que se oponían a la reforma.

Ya Obama lo había dejado caer en su último encuentro con ciudadanos, el sábado en Colorado, cuando dijo que «la opción pública, la vayamos a tener o no, no constituye la totalidad de la reforma.

Muchos republicanos, pero también algunos demócratas conservadores, se han enfrentado claramente al plan de Obama. Según su opinión, la existencia de un servicio público de salud que diera cobertura a los 48 millones de estadounidenses que carecen de él, sería una competencia desleal para las aseguradoras privadas. Y por esa razón han puesto en marcha un auténtico movimiento nacional contra la reforma, financiadas eso sí por grandes empresas como la aseguradora MetLife o la tabaquera Philip Morris. En la que se pudo ver a ciudadanos comparando a Obama con Hitler.

Hasta hace unas semanas, ese movimiento contrario solo se observaba en Washington, pero en los últimos días se ha hecho evidente en todo el país. Con el receso del Congreso y el Senado, los legisladores han aprovechado para explicar sus posturas en sus respectivos estados.

Unos a favor y otros en contra. Se han organizado debates, asambleas, discursos y hasta manifestaciones. El clamor ha sido tan grande que el propio Obama ha bajado a la arena y ha participado en algunos de estos pequeños debates en pueblos y ciudades de distintos estados.

Acercar posturas

Y el resultado parece ser que Obama ha perdido. O que ante la posibilidad de perder del todo con el rechazo a su reforma en la Cámara de Representantes, ha optado por acercar su proyecto a las posturas de los que no lo aceptaban.

«Creo que habrá una alternativa a los seguros de salud privados. Necesitamos opciones, necesitamos un poco de competencia», dijo Sebelius en televisión el domingo.

Y la respuesta de los republicanos no se hizo esperar. El senador Richard Shelby afirmó, poco después de las declaraciones de Kathleen Sebelius, que las cooperativas «podrían ser una alternativa aceptable ya que alejaría al Gobierno del control del sistema de salud». Y un demócrata, Ken Conrad, también defendió esta nueva opción y aseguró que funciona bien en otros sectores empresariales.

Incluso, el senador republicano Orrin Hatch que había abandonado la mesa de negociaciones, también aseguró el domingo que volverá a la mesa para buscar un acuerdo entre los dos partidos y solucionar de esa forma el problema de la asistencia sanitaria estadounidense.

Elevado coste

Un problema que tiene enormes proporciones y que Obama había defendido como su principal reforma política. Su proyecto planeaba la instauración de seguridad médica pública con un coste de dos billones de dólares en los próximos diez años. Para conseguir esos dos billones proponía reducir los gastos excesivos de los programas ya existentes y aumentar los impuestos a los que ganan más de 250.000 dólares. Pero no ha conseguido convencer a sus oponentes que no confían en que el Gobierno sepa exactamente cómo obtener esos recursos.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha prometido que la reforma del sistema sanitario quedará aprobada "este año" y no contribuirá a aumentar el déficit presupuestario del país.

Estas declaraciones figuran en extractos de la alocución con la que comenzará una rueda de prensa en horario de máxima audiencia esta noche, que ya ha comenzado a difundir la Casa Blanca.

Con esta rueda de prensa, la cuarta en horario de máxima audiencia en sus seis meses de mandato, Obama quiere promover el apoyo del público a la reforma sanitaria, una de sus grandes promesas electorales y cuyo respaldo ha disminuido gradualmente entre los votantes y el Congreso.

Según afirma Obama, los cerca de 48 millones de estadounidenses que carecen de cobertura sanitaria "están esperando nuestro liderazgo, y no debemos defraudarles. Aprobaremos una reforma que rebaje los costes, aumente las opciones y aporte una cobertura fiable. Y lo haremos este año".

Uno de los principales argumentos empleados contra la medida es el coste, que algunos analistas han valorado en cerca de un billón de dólares y que los críticos de la reforma creen que puede repercutir muy negativamente en un déficit presupuestario que este mes ya ha superado a su vez el billón de dólares.

Obama quiere atajar esos miedos al asegurar que "la reforma del sistema sanitario no engordará nuestro déficit en los próximos diez años, y lo digo en serio".

Si no se acomete la reforma y se controla el gasto sanitario -la principal partida en el déficit federal, según apuntó- "no seremos capaces de controlar nuestro déficit".

"Si no reformamos el sistema, el coste para ustedes seguirá multiplicándose. Si no actuamos, 14.000 estadounidenses perderán su seguro médico cada día. Estas son las consecuencias de no actuar", sostiene.

El presidente estadounidense también se refirió a las críticas de algunos republicanos que esta semana aseguraron que si conseguían evitar la reforma supondría una derrota irreversible para él.

"Esto no gira en torno a mí. Yo ya tengo un seguro médico estupendo, como lo tiene cada congresista", asegura Obama, que insiste que "la reforma gira en torno a cada estadounidense que alguna vez ha temido perder su cobertura si contraen una enfermedad demasiado grave, o si pierden o cambian de empleo".

"Este debate no es un juego", insistió el presidente, que ha visto cómo la pérdida de apoyo a la reforma se ha traducido en un desgaste de su popularidad en distintas encuestas publicadas en los últimos días.

El presidente estadounidense tiene previsto continuar su campaña en favor de la reforma sanitaria este jueves en una visita a Cleveland, donde visitará un centro médico.


La Cumbre Estados Unidos-México-Canadá, a principios de esta semana, fue casi universalmente descrita en los medios de comunicación como para la foto, sin resultados sustantivos. No lo creo: Puede haber sido un importante paso para ayudar a convencer al presidente Barack Obama sobre la necesidad de una mayor integración en América del Norte.

Según funcionarios participantes en la reunión de dos días en Guadalajara, México, Obama -quien criticó durante la campaña al Tratado de 1994 de Libre Comercio de América del Norte (TLC)- salió predispuesto a considerar temas que merecen respuestas conjuntas como la economía, la delincuencia, el medio ambiente y problemas de salud pública.

¿Qué puede haber abierto los ojos de Obama sobre la necesidad de una mayor colaboración regional? Entre otras cosas, el miedo de la pandemia de gripe porcina. EEUU espera millones de nuevos casos de H1N1 para este invierno, la temporada alta de gripe en el Hemisferio Norte. Se temen una propagación masiva que podría abortar los planes de recuperación económica a fines de este año o principios de 2010.

Con un millón de personas que cruzan la frontera terrestre todos los días, EEUU no puede hacer mucho para combatir la propagación del virus si México no lo hace. En Guadalajara, Obama y sus dos homólogos norteamericanos acordaron que sus ministros de Salud elaboren el mes próximo una estrategia conjunta contra la gripe. Pero Obama también escuchó argumentos fuertes en favor del fortalecimiento de la integración económica de América del Norte. Por eso Obama dijo públicamente luego que él ya no piensa en renegociar el TLC. Y también se acordó celebrar tres reuniones a nivel de gabinete -incluido lo relativo a la pandemia y sobre cuestiones de infraestructura-, antes de la próxima Cumbre en Canadá.

Entre las cosas sus colegas de Canadá y México le informaron a Obama que juntos compran ocho veces más que China a los EEUU. Si bien el comercio de América del Norte se ha triplicado desde que el TLC entró en vigor hace 15 años, la tasa de crecimiento del comercio regional se amesetó desde 2001, en gran parte debido al aumento de las restricciones fronterizas y porque las exportaciones mexicanas pierden terreno en el mercado mundial.

Mientras que los tres socios comerciales de América del Norte representaban el 19% de las exportaciones mundiales en 2000, en 2008 fueron de sólo 12,7%, en tanto la cuota de los EEUU bajó de 12% al 8% en el mismo período. Asia y los países europeos han firmado nuevos acuerdos de libre comercio y el fortalecimiento de los existentes en los últimos años. En América del Norte, mientras tanto, no hay nuevas carreteras o pasos fronterizos desde hace siete años, lo que aumenta los costos de transporte y son menos competitivos a nivel mundial.

Para mejorar esa competitividad, los miembros del TLC deben construir nuevos pasos fronterizos, eliminar los obstáculos al comercio y a la producción y armonizar las normas de etiquetado. En EEUU, Canadá y México las empresas puedan producir bienes con etiquetas que son válidos para los 450 millones de consumidores de esos países.

Rafael Fernández de Castro, asesor internacional del presidente de México, Felipe Calderón, me dijo que esta Cumbre puede haber ayudado a Obama a ver una oportunidad económica en el comercio de América del Norte. "Podemos optar por que la integración económica siga naturalmente, o acelerarla y de manera que sean más competitiva en la economía mundial", dijo de Castro.

Mi opinión: Si luego de esta Cumbre Barack Obama piensa que se deben debatir las cuestiones bilaterales con sus colegas vecinos y ha salido convencido de que los tres países tienen mucho que ganar fortaleciendo los intereses comunes de América del Norte, fue un éxito. Podremos ver los resultados de la Cumbre de Guadalajara, cuando los "tres amigos" se reúnan nuevamente en Canadá, el próximo año.

"SE CONFIRMA que el beneficio real de esta cumbre fue el de instruir a Obama sobre los temas fundamentales que definen la idea de la comunidad de América del Norte."

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